Determinaron
características de transmisión de malaria
En las comunidades indígenas se dificulta
seguir el tratamiento / Francesca Commissari
Un proyecto para controlar la enfermedad en grupos indígenas de
Bolívar recibió reconocimiento del PNUD
EL NACIONAL11 DE OCTUBRE 2013 -
12:01 AM
Algunas comunidades indígenas pensaban que con
solo cerrar la puerta de la casa podían evitar la picada del mosquito de la
malaria. Esa es una de las anécdotas que cuenta la bióloga Mariapía Bevilacqua,
presidente de la Asociación Venezolana para la Conservación de Áreas Naturales
e integrante del equipo de investigadores de EcoSalud.
Bevilacqua lidera el Proyecto Wesoichay, (que
quiere decir malaria en yekuana), programa que comenzó en 2005 y que ha
permitido crear un modelo de control que puede ser replicable en pueblos
indígenas de lugares poco accesibles.
La iniciativa recibió una mención de honor en
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo sobre conocimientos y buenas
prácticas en el control de la malaria en poblaciones indígenas remotas.
Las comunidades indígenas objeto del estudio
se encuentran en zonas de la cuenca del Caura, a donde se llega después de dos
a cinco horas de navegación en curiara.
Uno de los logros fue la creación de un mapa
de riesgo de malaria, que mejora la vigilancia epidemiológica, y la instalación
de tres centros de telemedicina con acceso a Internet satelital.
Comportamiento diferente. En la investigación encontraron, por
ejemplo, que el comportamiento del mosquito es diferente al de otras zonas
endémicas. En este caso, el zancudo pica y va a reposar fuera de la vivienda y
no entra en contacto con el insecticida en caso de que se haya hecho un
rociamiento. Asimismo, se encontró que el mosquito no sólo pica toda la
noche, sino también al final de la tarde y al principio de la mañana.
Al igual que en otras partes del estado
Bolívar, la malaria está asociada a la actividad económica en áreas de riesgo.
Básicamente ataca a adultos entre 28 y 40 años de edad. “Sin embargo, en los
últimos años encontramos que la infección en niños está aumentando.
El adulto regresa a casa con el parásito en sangre y ocurre la trasmisión en el
hogar”.
Un problema importante es la falta de
adherencia al tratamiento. La mayoría de los grupos indígenas no cumple la
terapia en forma rigurosa y completa, muchas veces porque tiene que movilizarse
fuera de la comunidad o del lugar donde se encuentra el ambulatorio.
“Si no hay una adherencia completa al
tratamiento, por más que se apliquen otras medidas de prevención o control de
la enfermedad, el parásito se encuentra en sangre y está latente la posibilidad
de infectar a otros”. La investigadora refiere que entre los logros del
proyecto está el haber logrado que se anotara en los registros de
pacientes la data indígena, incluyendo el grupo étnico.
Mosquitero a medida
Mosquiteros impregnados de insecticida, que se
adapten al diseño de los chinchorros o hamacas donde duerme el núcleo familiar,
pueden ayudar a reducir la malaria en las poblaciones indígenas.
La investigadora Mariapía Bevilacqua propone
que se suministre a los indígenas la tela impregnada de insecticida y que sean
ellos mismos los que fabriquen los mosquiteros que cubran las
hamacas hasta el piso. Recomienda que sean elaborados por cooperativas
indígenas y se puedan vender a precios módicos en el sur del país.
“Los actuales mosquiteros no se adaptan a los
chinchorros ni tienen las dimensiones adecuadas. Fabricar mosquiteros permitirá
generar economía local, pondrá a circular recursos económicos y actividad
alternativa, al tiempo que resuelve un problema de salud”, dijo.
Información complementaria sobre el Proyecto
Wesoichay
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